Invertir a la vanguardia de la tecnología tiene sentido cuando se comprende la lógica detrás de su evolución. Pero con la transformación digital, la curva de aprendizaje aún está en plena construcción: requiere exploración, validación y, sobre todo, visión estratégica.
La carrera desenfrenada por la automatización
Cada año, la planificación ejecutiva —independientemente del sector— se ve atravesada por una constante: la presión por innovar tecnológicamente. La automatización ya no es una aspiración de futuro; es una exigencia operativa del presente.
Un estudio conjunto entre UiPath y The Economist muestra que el 70 % de los líderes del C-Level ya consideran la automatización robótica de procesos (RPA) y la inteligencia artificial (IA) como pilares estratégicos. Esta tendencia trasciende lo conceptual: AP News confirma que, hacia fines de 2024, casi el 50 % de las empresas del Fortune 1000 ya habían integrado IA en sus flujos de trabajo.
Lo que antes era patrimonio de sectores altamente digitalizados, hoy se ha transformado en una demanda transversal. Desde la manufactura hasta la salud, la inversión en tecnología ha dejado de ser una apuesta; es una condición de supervivencia.
Automatizar sin dirección: La presión silenciosa que todo C-Level debe anticipar
Los beneficios de la automatización —reducción de costos, aumento de eficiencia, innovación constante— ejercen una presión silenciosa pero constante sobre los líderes organizacionales. Incorporar IA y RPA con premura puede parecer la única salida viable ante un mercado hipercompetitivo.
Los datos lo respaldan: Según InfoSys los empleados destinan entre el 10 y el 25 % de su tiempo a tareas repetitivas que podrían automatizarse; los equipos de IT dedican más del 30 % de su esfuerzo a resolver incidencias básicas; casi la mitad de las empresas gasta entre US$5 y US$25 por factura procesada manualmente; y entre el 70 y 80 % de los procesos repetitivos de back office son automatizables.
En Exomindset también enfrentamos esta tensión. Por ejemplo, la normalización de currículums de candidatos en nuestro equipo de HR consumía semanas de trabajo. Desde hace más de un año, este proceso fue automatizado por nuestra Exoapp, liberando tiempo y talento para que nuestros especialistas se concentren en la evaluación cualitativa y estratégica, y no en tareas de formato.
La tentación de automatizar con “solo un clic” es real. Pero ¿Qué sentido tiene esa automatización si no amplía nuestra capacidad para evaluar talento ni optimiza el aprovechamiento de nuestra base de candidatos? Lo que nace como inversión puede fácilmente derivar en un gasto si no está alineado con un propósito organizacional claro.
Automatizar por visión, no por inercia
El verdadero retorno de valor surge cuando la automatización no es una serie de iniciativas sino parte de una arquitectura estratégica de procesos: la Automatización Inteligente de Procesos (IPA por sus siglas en inglés).
¿Significa esto desplazar la RPA? Todo lo contrario. El enfoque integra RPA con inteligencia artificial, machine learning, análisis de procesos y procesamiento de lenguaje natural creando un ecosistema tecnológico donde cada herramientas cumple una función específica en pos de un resultado final.
Automatizar no es hacer lo mismo, pero más rápido, sino más bien rediseñar todo el modelo operativo a partir de una nueva lógica de valor.
Un ejemplo concreto: Toyota, en su planta de Suecia, eligió no automatizar de forma masiva y simultánea. Aplicaron su filosofía kaizen, rediseñando progresivamente los flujos operativos críticos. Cada automatización se integró dentro de una marco de mejora continua, con validaciones iterativas, que aseguraban que cada avance se tradujera en eficiencia real y no en complejidad adicional.
La automatización comienza con una mirada estratégica del C-Level
¿Por qué es clave una mirada integral desde la alta dirección? Porque automatizar con criterio no solo reduce costos y fortalece la marca, sino que proyecta innovación y atrae socios estratégicos e inversores y crea una cultura organizacional orientada al futuro. Pero automatizar sin un marco estratégico claro puede generar ineficiencias operativas e incluso erosionar la cohesión de los equipos.
Por ello, la automatización debe emerger de un directorio con visión sistémica: uno que navegue la innovación con firmeza, diseñando procesos resilientes, anticipando impactos y promoviendo una transformación escalable y sostenible.
“La innovación es crear, y el acto de creación es lo menos delegable que hay […] muchos gerentes no dedican tiempo a innovar, no porque no puedan, sino porque nunca se les enseñó cómo […] Venimos de países que aprendieron a sobrevivir copiando”. Afirma Iván Vera, fundador de la consultora Innspiral y referente latinoamericano en estrategia de innovación.
Este diagnóstico ilustra por qué el liderazgo C-Level no puede ser espectador. En un entorno donde la automatización ya no es ventaja, sino requisito, los líderes deben asumir un rol activo en el rediseño estructural de sus organizaciones.
La automatización no reemplaza a las personas: las potencia
Según una encuesta conjunta de la Asociación de Profesionales Financieros y la firma de investigación APQC, solo el 25 % del tiempo de los profesionales de Finanzas Corporativas se dedica al análisis de valor. El 75 % restante se reparte entre recolección de datos (42 %) y tareas administrativas (33 %).
Si el mayor temor frente a la automatización es reemplazar el talento humano, el mayo riesgo es no hacerlo: el costo de no liberar a los equipos de tareas de bajo valor puede ser la obsolescencia del potencial humano.
Automatizar procesos no implica eliminar el aporte valor humano; sino reubicarlo en funciones donde su conocimiento, criterio y creatividad generen impacto. Significa pasar de ser ejecutores operativos a protagonistas estratégicos.
Un caso paradigmático es el de Crowe, una firma global de auditoría, que enfrentaba un cuello de botella operativo: una planilla de Excel con más de 30 pestañas interdependientes. El proceso, intensivo en tiempo y susceptible a errores, fue transformado junto a Exomindset mediante un complemento personalizado para Excel que integró automatización inteligente con React. Con tan solo 200 horas de trabajo, el equipo pasó de la ejecución mecánica al análisis de valor.
La automatización no fue una solución aislada como una solución aislada ni una reacción impulsiva a la “fiebre tecnológica”. Fue una decisión estratégica dentro de un diseño más amplio.
Automatizar para perfeccionar. Perfeccionar para Automatizar.
Los efectos de la automatización se están sintiendo en múltiples sectores. Pero no se trata simplemente de implementar tecnología. Se trata de rediseñar procesos con propósito desde la alta dirección hasta el último eslabón operativo.
La tecnología por sí sola no transforma empresas; las transforma el liderazgo que la integra con inteligencia y con visión a largo plazo.
En esta nueva era, liderar no es adoptar tecnología por sí misma, sino tener la visión para incorporarla en cada proceso de forma estratégica, donde cada parte fortalezca al todo y el todo eleve el rendimiento de cada parte.
En definitiva, el camino no es elegir entre eficiencia o estrategia. Es diseñar procesos donde automatizar sea la consecuencia natural de haber perfeccionado lo esencial.